Las noches de Reikiavik ocultan más miserias de las que se ven a simple vista. En una vivienda céntrica de
la capital islandesa han encontrado el cadáver de un hombre joven en medio de un enorme charco de sangre. A pesar de lo
espectacular de la escena del crimen, no parece haber signos de violencia en el apartamento. Tan solo hay dos cosas
fuera de lugar: un chal de mujer en la cama y unas pastillas propiedad del fallecido. La policía tiene muy claro que
tras esos indicios puede ocultarse algo bastante más perturbador que un asesinato.